Recuerdo de pequeña, que como a todo niño, me gustaba estar metida en las cosas que hacían los adultos. Cocinar, limpiar, lavar, poner la mesa y otros quehaceres me producían inmensa curiosidad; quería descubrir cómo se hacían y probar si sería capaz de hacerlas sola.
Hoy me veo reflejada en mi hija cada día en esto, la misma curiosidad y ganas de participar en todo. Lo cierto es que siempre que intentaba ayudar a cocinar, lavar mis blumitas mientras me bañaba o colocar los platos en la mesa, la respuesta era “deja eso, no Sara eso es para grandes, deja eso mijita puedes romper algo, anda a jugar deja que esto es de adultos”.
¿Les ha pasado mamitas? ¿Han dado respuestas similares cuando sus hijos se acercan con la curiosidad de ayudar? Creo que todas en algún momento lo hemos hecho pensando que nos complican la realización de nuestras tareas o se exponen a cosas que no son capaces de realizar a su corta edad. Pero ¿sabemos en realidad cuanto influyen estas respuestas en las acciones futuras de nuestros pequeños?
¿Qué pasó conmigo en mi adolescencia? Me volví aún más perezosa y egoísta de lo que es normal en esa edad; hasta ir a buscar mi plato para comer era una tarea que me pesaba el triple, creía que mi mamá debía hacer todo por mí. Esto sin contar el pesar que les causé a mis padres por no aplicarme a las labores de la casa (por ser una floja).
No solo es positivo crear buenos hábitos en nuestros hijos, sino también inculcar en ellos desde pequeños el ser diligentes y hacendosos, sin distinción de ser niño o niña. A mi hija de tres años le encanta ayudar, (obvio, tiene sus días de no querer hacer nada, aunque son muy pocos) ella se encarga de pelar los ajos cuando se va a cocinar, lava los platos, limpia la nevera, lava sus blumas y los espacios que le hemos dado en casa le han enseñado a amar los deberes, tanto que cuando le damos la oportunidad después no quiere parar.
Mamita si tu hij@ se nota interesado en ayudarte en la cocina, ¡dale una tarea segura en la que pueda participar! Si agarra la escoba, aunque no lo haga perfecto ¡permítele involucrarse! Si muestra interés en ayudar con las herramientas de papá ¡oriéntalo en ese conocimiento! Permítele ayudarte a doblar la ropa, meterla en la lavadora, servir la cena y le estarás haciendo un bien a su futuro aunque en el presente debas hacer estas cosas más lento o dos veces por dejarlo curiosear y retarse a sí mismo.
En el libro de proverbios capítulo 15 verso 19 dice lo siguiente “La vida del perezoso está plagada de dificultades, pero al justo (diligente) se le facilita la vida”. No te engañes al criar holgazanes creyendo que tus hijos están muy pequeños para ayudar en el hogar o que pueden correr peligro al hacerlo.
Recuerda, aquello que enseñas en sus primeros cinco años de vida será la base para sus decisiones y conductas futuras. Este proverbio nos vislumbra el futuro de nuestros pequeños respecto a la holgazanería o la diligencia.
¿Criaras un holgazán o un diligente?
Por Omarlis de Tapisquen
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