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Sin perder los estribos

En cierta ocasión regresaba de buscar a mi hija mayor al colegio, y tengo como costumbre preguntarle cómo le fue, qué hizo, y una nueva pregunta que comencé a emplear para estimular la sinceridad y confianza de ella hacia mí, ¿hay algo que contar? En esta última pregunta responde de inmediato ¡no, nada! La miro fijamente y le digo, bien, que bueno; luego me mira y con una media sonrisa me dice: “bueno, si hay que contar, me puse brava con la maestra porque me quería tomar el jugo con mi arepa y no me dejó”

Les cuento esto porque es importantísimo establecer con nuestros hijos una relación de confianza y enseñarles a ser sinceros con sus padres aun cuando lo que tengan que contar les traiga regaños o castigos. No es raro un niño que esconda lo que hizo si sabe que lo van a regañar, el pecado con el que nacen le hace reaccionar de esa forma para así evitar el regaño o el castigo y esto es una conducta que nosotros como padres más que juzgar debemos enseñar a nuestros hijos a luchar contra ella, y es que allí está el punto, “no debemos juzgar las acciones de nuestros hijos” debemos enseñarles lo que es correcto hacer.

Si eres una madre o padre que te escandalizas, pierdes la paciencia, exteriorizas tu indignación fácilmente, es decir, te sales de quicio porque tu hijo le pegó a otro niño, porque no le hizo caso a la maestra, dijo una mala palabra, accidentalmente rompe tu adorno favorito o hace un desastre al comer, no te asombres que ese hijo te oculte las “cosas extras” que le puedan pasar ya que con esas primeras reacciones estas construyendo un muro en la relación con él o ella.

Recientemente tuvimos una experiencia con mi hija de tres años, un día nos dijo que una amiguita de la escuela la saludaba con un beso en la boca, (dentro de mí fue un ¿QUÉ?) no esperábamos algo así a su edad y menos porque en casa no tenemos la costumbre de besarla en la boca, pero mi esposo muy sabiamente me ayudó a no prender la alarma de bomberos, sino por el contrario entablamos un conversación con ella y le hicimos ver el pecado en lo que hacía y ya al termino de esa semana mi niña había evitado todos los besos que la amiguita le había querido dar.

La Biblia nos enseña que “Los que pierden los estribos con facilidad tendrán que sufrir las consecuencias” Proverbios 19:19 (NTV) El mal genio es una debilidad que conduce al empleo de la violencia y aparte del pecado que ya comete el padre o madre por dejarse llevar por su enojo también sufrirá una fractura en la relación con su hijo o hija (consecuencias).

Mamita que lees esto, tu pequeñito es un explorador en este mundo y hará cosas que te harán enojar, pero la diferencia se marca con la primera reacción, gana su confianza con tu amabilidad, gana su sinceridad con tu templanza.




Por Omarlis de Tapisquen

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