La segunda frase a estudiar es: La corrección.
«Corrección» Es apartarlos del mal, enseñándolos por medio
de palabras. Tiene que ver más con la enseñanza verbal o formación que el padre
da al hijo continuamente y no tanto el castigo que le dispensa; como ya vimos
esto se refiere a la disciplina. El padre cristiano como cabeza y guía
espiritual de la familia instruirá a su hijo cristiano en las cosas del Señor y
en su Palabra, siendo guiado por el contenido de la fe mutua que abrazan y por
el mismo Espíritu que los guía.
La corrección también debe aplicarse desde pequeños, aunque
será la forma más usada después de los 5 años de nuestro pequeño. Muchos creen
que cuando son bebés no entienden lo que les decimos, pues déjame decirte que
no es así, nuestras palabras y reacción ante sus acciones les dice mucho a
nuestros pequeñitos.
¿No has notado que un bebe muerde y el padre o madre se ríe
y el bebé lo vuelve a hacer y esta vez con una sonrisa? Pues tu reacción ante
su acción le hace creer al bebé que es aprobado lo que está haciendo. Por el
contrario, observa a un bebé que es regañado (solo con palabras y con una
actitud seria) y si vuelve a morder volteará a ver si consigue la misma
reacción, de ser así no lo hará más.
En esto de hablar para corregir mi esposo tiene más
experiencia que yo, pues yo soy más de aplicar disciplina aunque me estoy
entrenando para aplicar la corrección pues ya con Anna no me funciona lo de “la
paleta” sino el convencerla de lo que está bien y lo que está mal hacer en la
familia donde habita, procuramos no ser legalistas, por el contrario,
intentamos que sea más analítica del por qué debe comportarse como le decimos
que debe hacerlo.
La corrección, al igual que la disciplina, debe ser
consecuente y aún más, ya que el efecto no es tan rápido como el de la
disciplina y cuesta un poco más de repetición hasta lograr el objetivo.
Normalmente los padres nos cansamos muy rápido con esta aplicación en la
crianza y por eso creemos que no funciona el hablar con el muchacho, pues
déjame preguntarte, ¿si tú te cansas de repetir la enseñanza cómo podrás
averiguar si de verdad funciona?
En fin, nuestra meta a alcanzar con la aplicación del chaparrito
y las palabras que provienen del Señor debe ser conducir a nuestros hijos al
punto en que puedan tomar decisiones inteligentes y bíblicas por sí mismos y
que no dependan de nosotros para su guía. Nuestro objetivo debe ser lograr una
separación amistosa e independiente, no el apego a nosotros y una dependencia
forzada y servil.
Por Omarlis de Tapisquen
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