Estudio de Efesios 6:4
Es muy fácil cuando nos dicen “no debes hacer que tu hijo se llene de ira”, pero ¿cómo hacemos eso en la práctica?, ¿cómo no hacer de mi hij@ un malcriado pero tampoco un niñ@ lleno de odio?
Una de las incertidumbres más grandes de nosotros los padres surge cuando nos enteramos de la gran noticia y es: <<ahora ¿cómo debo criar a este hijo o hija?>>
En las próximas publicaciones quiero compartir con ustedes algunos consejos para evitar provocar a ira a nuestros hijos.
- No debemos esperar de ellos más de lo que son capaces de dar o hacer. No subestimen pero tampoco sobrestimen las capacidades de sus hijos. No por el hecho de ser pequeños no entienden lo que le explicamos o pedimos hacer; nos podríamos sorprender si les damos la oportunidad.Algunas personas me han dicho que suelo ser muy exigente con Anna, pero hasta ahora todo lo que le pido lo ha podido realizar. Eso sí, debemos cuidarnos en ser equilibrados, pues de acuerdo a las capacidades que vayan mostrando se les va ayudando a explotarlas. No le exija a su hijo de 1 año que le ayude a limpiar la casa pero tampoco le niegue la oportunidad de tomar la escoba para intentarlo.
- Debemos tener cuidado de qué forma los reprendemos o corregimos. Proverbios 15.1 describe la forma respetuosa y cortés en que debemos tratar a los adultos y también a los niños. Cuando era niña mi padre tenía la costumbre de decirme «tonta», hasta el día de hoy, aunque mi esposo alaba mi inteligencia, en ciertas ocasiones me sigo considerando una tonta. Cuando les hablamos a nuestros hijos evitemos el uso de palabras como: « ¿cuándo llegará el día?», « ¿hasta cuándo tú?», «si tu cabeza no estuviera adherida al cuerpo la perderías», «siempre tú», «tonto», «qué torpe», «cabeza hueca». Palabras como estas pueden ser armas mortales, que dejan cicatrices en los hijos; si tenían o tienen la costumbre de hablarle así a sus hijos, pídanles perdón, y procuren lo más inmediato asegurarles que en verdad los aman y respetan.
- Debemos poner en práctica lo que predicamos. Un día Anna vio en su papá una actitud que nosotros le hemos enseñado que no está bien y se me acerca y me dice “mami, eso que hizo mi papá no se debe hacer”, luego de yo intentar que entendiera por qué papá reaccionó de esa forma me dijo “yo hablaré con él” y en efecto se acercó a su papá y le comentó lo que le parecía que no estaba bien y le estaba ocasionando un choque en su enseñanza. 1 Co 11.1; Mt 23.3-4; dan muestra de la integridad que debe caracterizarnos. Debemos evitar la dualidad por el bienestar de nuestros hijos. No seamos unos en casa y otros diferentes en la calle, en la iglesia, en la oficina, en casa de los abuelos. Los niños detectan enseguida la falta de sinceridad y la hipocresía, y les afecta profundamente.
No provocar la ira de nuestros hijos no significa que jamás haremos actos que les podrían molestar, desagradar o hacer que se enojen. Recuerda no somos padres perfectos que nos las sabemos todas, por el contrario, somos tan imperfectos como nuestros pequeños, así que ¡ánimo!
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