Bien, ya hablamos bastante de lo que Efesios 6:4 nos dice
que no debemos hacer al momento de
aplicar la corrección y disciplina a nuestros pequeños para evitar provocarlos
a ira, ahora el
aspecto positivo de este consejo tiene que ver con la segunda parte del verso: “Más bien, críenlos con la disciplina y amonestación
que proviene del Señor”.
Algo resaltante del texto, «Críenlos»
este mandato indica que debemos procurar preparar a nuestros hijos para dejar
el nido y volar exitosamente solos. Esto es bastante difícil para las madres
sobre todo, ya que normalmente somos las más apegadas a los hij@s y no queremos
ni pensar en el momento en que tengan que partir de nuestro lado para formar su
propia familia.
Vamos a estudiar la frase anterior en dos
partes: La disciplina y La corrección.
«Disciplina» significa inducir al bien, castigar en el acto
cuando sea necesario. Los niños no hacen lo correcto por naturaleza, ni tampoco
están impacientes por escoger lo bueno y santo, de hecho es todo lo contrario y
esto me hace recordar cierta ocasión en que Anna me dice en medio de la
corrección “mamá yo quiero ser obediente pero siempre termino haciendo lo malo”.
En consecuencia, Dios dice que necesitamos disciplinarlos para ayudarlos a
escoger correctamente y para que aprendan a hacer lo bueno y vivir rectamente.
La disciplina tiene que ver con formarlos de tal modo que sus pensamientos, acciones
y actitudes comiencen a reflejar y a manifestar una semejanza al estilo de vida
del cristiano descrito en la Palabra de Dios.
La vara es una forma misericordiosa de disciplina, ¡si! porque
se administra rápidamente y la lección se aprende rápidamente, de inmediato siguen
los abrazos y los besos, la reconciliación y restauración de las relaciones
normales. Con Anna aplicamos “la paleta” desde pequeña, incluso creo que antes
del año, para muchos puede ser algo inaceptable, pero les puedo decir, ahorita
a sus 3 casi 4 años ya no nos hace falta aplicar la paleta, pues ella aprendió
en esa corta edad que con los límites de sus padres no hay negociación.
Hay, sin embargo, otras formas legítimas de disciplina. Dios
no siempre nos castiga de la misma forma, Él acomoda el castigo a nuestra
necesidad. Por lo tanto, el castigo debe administrarse con instrucción y previo
acuerdo de los padres; muy importante es que los hijos deben saber que sus
padres están de acuerdo, si sienten que uno de los padres es «blando» y que el
otro es «estricto» los resultados pueden ser desastrosos.
La disciplina no producirá crecimiento ni corrección a menos
que sea consecuente. Si una acción es considerada errónea una vez, lo será
también, la segunda, la tercera y aun la décima vez, a no ser, por supuesto,
que usted comprenda que su norma estaba equivocada.
Es legítimo enojarnos con nuestros hijos por desobediencia
genuina. Al mismo tiempo, no debemos expresar ese enojo en maneras pecaminosas
(con gritos, alaridos, con rencor, irritabilidad, etc.) sino siempre en forma
cariñosa por el bien de ellos.
Por Omarlis de Tapisquen
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