“Dios mío, tú fuiste quien me formó en el
vientre de mi madre. Tú fuiste quien formó cada parte de mi cuerpo.
Soy una creación maravillosa,
y por eso te doy gracias. Todo lo que haces es maravilloso, ¡de eso estoy bien seguro!”
Salmos 139:13-14 NTV
La expresión que
les acabo de compartir fue escrita por el salmista como forma de reconocimiento
a Dios por haberle tenido en mente aun antes de nacer y haberse encargado él
mismo de entretejer todo en su organismo para hacerlo tal como es.
Pero ¿Qué tiene que ver este verso de la
Biblia con mi hijo/a?
Pues ¡tu hijo/a es
una creación única y maravillosa de Dios! ¡Él/lla tiene su propio brillo!... a
veces nos encontramos como madres comparando el desarrollo, la inteligencia, la
habilidad de nuestros hijos con los de nuestras amigas, de nuestras hermanas y
sí, aun entre nuestros propios hijos. Yo tengo dos hijas y aunque las dos se
formaron dentro de mí durante el mismo tiempo ¡son tan diferentes! El progreso
de cada una ha sido tan diferente que a veces me resulta imposible no hacer
comparaciones. Con mi segunda hija he aprendido eso de que cada niño tiene su
tiempo. Hay días en los que me encuentro mordiéndome la lengua cada minuto evitando
hacer igualaciones entre ellas ¡qué difícil tarea!
Esto de comparar
es un error que se convierte en algo tan común que nos parece normal y caemos
en una especie de competencia donde nuestros hijos son los competidores sin
ellos saberlo.
También es un
error común resaltar sus habilidades y destrezas pero condicionándolas «felicidades
hijo/a, pero recuerda que debes…» «Lo hiciste muy bien, solo que…» Parece que
no pudiéramos aceptar que nuestro hijo/a es lo suficientemente buen@ en algo y
ya. Pero ya va, ¿me estás diciendo que mi hijo/a no debe mejorar? no mamá, no
es lo que intento que veas. Siempre tendrán algo que mejorar pero enfócate más
en el logro que ya han alcanzado.
¿Es normal sentir en ocasiones que mi
hijo/a no tiene ese brillo del que hablas?
Si, puede llegar a suceder y no porque seas una mala madre, a veces la
mente nos juega sucio. Cuando creas que tu hijo/a no vale mucho o no tiene nada
de especial, recuerda que:
1. Dios fue el
creador supremo de su cuerpo y le vio cada día crecer en tu vientre.
2. El Espíritu de Dios está listo y dispuesto a trabajar a
través de ti para formar el carácter de tu hijo hasta que sea todo lo que Dios
desea.
Debemos tener tanto respeto por
ellos como lo tiene nuestro hacedor. Debemos amarle tanto como lo hace su
creador.
¿Estas resaltando u opacando el brillo de tu
hij@?
Descubre, estimula y participa con tu hij@ en
esas cosas que hace muy bien.
Por Omarlis de Tapisquen
Comentarios
Publicar un comentario