Las reglas de conducta, cuando son
claras y explícitas, proveen de seguridad a las personas, especialmente cuando
tienen que encarar valores y estilos de vida diferentes de los suyos. Recuerdo que
de adolescente decía -Mi papá no me deja-, para zafarme de una conducta
sospechosa diciéndole eso a mis amigos, aunque me resultara vergonzoso. Los
muchachos y muchachas necesitan saber cuáles son los límites de la conducta
aceptable.
Estos límites comienzan desde la niñez.
Muchos padres se apoyan en la creencia
de «como es muy pequeño no sabe lo que le estas diciendo» pues déjenme decirle
dos cosas:
1. El hecho de estar pequeño no significa que no
necesita límites.
2. Hablarle no es la única manera de enseñar.
Nuestros
hijos nacen con la necedad en su corazón, dice la Biblia en Proverbios 22:15 “La necedad está ligada al corazón del
muchacho” por lo que fue entregado en nuestras manos como padres el enseñar
la diferencia entre lo «bueno y lo malo» o como a mí me gusta llamarlo, lo
aceptable e inaceptable de nuestra conducta ante Dios.
El primer principio del que debemos
estar conscientes podemos extraerlo de Pr.
1:8 «Como padres debemos cultivar conductas y dar orientación a nuestros
hijos»
Este versículo
demanda una acción de los padres así como una respuesta de los hijos. Nuestras
acciones hablan más fuerte que nuestras palabras. Si deseas que tu hijo sea
instruido; instrúyelo, si deseas que sea dirigido; dirígelo.
Los niños
aprenden mucho más al observar a sus padres todos los días, esto les da un patrón
de conducta, por lo que de pronto los veras actuando y reaccionando como lo
haces tú.
Enséñales a
vivir con rectitud, a darle a la adoración un lugar importante en su familia, a
leer la Biblia todos juntos. Permíteles que vean en ti el estilo de conducta
que tú deseas en ellos.
El segundo principio que podemos
rescatar está en Pr. 13:24 «Como padres amorosos debemos corregir a nuestros
hijos»
«Cada acción
tiene una consecuencia» esta debe ser una premisa en la crianza de nuestros
hijos. Si les amamos como Dios nos ama a nosotros no solo seremos amorosos con
ellos, también les castigaremos cuando pasen la línea de los limites, debe ser
así.
Antes -por
supuesto- como padres debemos estar seguros que han entendido cuales son los
límites que no deben exceder. Si castigas sin haber puesto advertencia antes a
tu hijo, le estarías dando pie a la «injusticia» frente a los ojos de tu
pequeño.
En casa
procuramos enseñar a nuestras niñas cuales son los límites que no queremos que
crucen por su propio bien – no somos perfectos y algunas veces se nos olvida
que no lo hemos hecho – si cruzan la línea se da una y en algunas
circunstancias dos advertencias luego dependiendo de la magnitud de la
desobediencia se aplica el castigo.
No se debe
aplicar castigo a una acción natural que es buena para el desarrollo de nuestro
hijo. Ellos ven algo en el piso y no solo se conforman con verlo, ellos deben
experimentar con todos sus sentidos, tocar, oler, degustar. Es muy delgada la
línea, pero en Dios podemos encontrar la sabiduría para no romperla (Stg.
1:5-8). De igual manera debemos estar atentos si la desobediencia por más
pequeña que nos parezca se vuelve repetitiva, esto debe darnos una señal de que
algo no anda bien.
Entonces…
o
Establece los
límites en tu hogar para tus hijos y para ustedes como padres también.
o
Asegúrate que
queden claros para toda la familia.
o
Da
advertencias al ser excedido alguno de los límites.
o
Aplica el
castigo conveniente según la edad del niño y de acuerdo a la proporción del
error cometido.
excelente es una manera sana de corregir a nuestros pequeños, Dios nos ayude!
ResponderEliminarSana y bíblica! Aunque esto no significa que sea fácil. Dios nos ayude!
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