¡Cuando peca, me rindo!
«Me estas colmando
la paciencia», «Estás rebosando mis límites», «Estoy hasta aquí (señalando con
la mano por encima de la cabeza)» seguro son frases que conoces muy bien, y es
que las usamos comúnmente para expresar nuestro agotamiento mental y físico,
cuando nuestros hijos nos llevan al tope de nuestra paciencia.
Un bebé, un niño,
un adolescente va a probar nuestra paciencia hasta el límite y más allá. Sin
duda hay días donde parece que nacieron para probar nuestro aguante.
Estas semanas con
mis hijas ha sido una prueba de paciencia tras otra. A veces no me dan ganas de
seguir diciendo y repitiendo las mismas cosas, porque parece entrarles por un
oído y salirles por el otro. Quiero tirar la toalla y ya, dejar que hagan lo
que quieran y después vemos cómo lo arreglamos.
Y es que así
parece que se resuelve fácilmente ¿no? «Llegué a mi límite contigo y ya me
cansé». Y es que, no corregir la actitud equivocada que presenta constantemente
nuestro hijo, nos puede parecer la solución menos agotadora ante la realidad de
lucha que se nos presenta día a día. Pero el dejarnos convencer por esta
falsedad nos puede llegar a causar peores males que los que estamos tratando de
evitar.
El dejar de
corregir las actitudes de pecado que se evidencian en nuestros hijos, es dejar
sus almas en manos del diablo. Si amada mamita, su comportamiento es el que es
por una razón y debemos hacernos conscientes de algunas verdades antes de tomar
una decisión que deje desprovista el alma de nuestros pequeños.
Te compartiré en
esta nueva serie, tres verdades que nos ayudarán a ver la importancia de desarrollar
la paciencia con nuestros hijos.
Primera verdad:
Mi hijo es un pecador. ¡Si! Muchas personas consideran a los
niños unos angelitos en los cuales no hay maldad, pero esto es falso. En
Romanos 3:23 BLS dice: “Todos hemos pecado, y por eso estamos lejos de Dios” y
cuando se refiere a todos también
incluye a los niños. ¿Le enseñas a tu hijo a pegarle a otros niños? ¿Le enseñas
a tu hijo a ser egoísta con sus juguetes? ¿Le enseñas a tu hijo a enojarse
cuando no hacen lo que él o ella quiere? Estas preguntas nos darán una idea de
donde viene la necedad que hay que su corazón. Como padres debemos estar
conscientes de la verdad que nos revela ese verso de romanos, nuestros hijos hacen
lo malo porque son pecadores, no son pecadores por lo que hacen. Ver las
acciones de nuestros hijos como una evidencia del pecado que habita en su carne
nos debe mover a misericordia. La misericordia más amplia que podemos mostrar
hacia nuestros hijos pecadores es no
abandonar la corrección que necesariamente requieren.
Ahora que conozco esta verdad, ¿qué debo hacer?
En 2 Pedro 1:12-13
BLS dice “Por eso yo les seguiré
recordando siempre todo esto, aun cuando ya lo saben y siguen creyendo en la
verdad que les enseñaron. Mientras yo viva, creo que es mi deber recordarles
todo esto”
Pedro tenía
conciencia de su responsabilidad frente a aquellos que habían escuchado y
creído en el mensaje de salvación que él proclamaba. Esta responsabilidad debía
abarcar toda su vida, y consistía en ayudar a sus amigos a crecer
espiritualmente, recordándoles siempre las buenas cosas que debían hacer y las
malas que debían dejar.
Así mismo, como
padres tenemos la responsabilidad de estar siempre recordándole las buenas
cosas que esperamos y deseamos que hagan nuestros hijos, porque ellos nos
fueron dados en calidad de préstamo por Dios, y en nuestras manos está
presentarles el evangelio para que pasen de la condición de pecadores a
justificados por la sangre de Jesús.
Si alguna vez
sientes que quieres dejar de reprender, exhortar o enseñar una y otra vez a tu
hijo, recuerda que él te tiene a ti, en primera instancia para que corrijas su
pecado, mostrándole la misericordia que Dios ha mostrado contigo.
En la próxima publicación estaremos descubriendo la segunda verdad que nos ayudará a ver la importancia de desarrollar la paciencia hacia las acciones de nuestros hijos.
Muy cierto querida amiga. Dios nos ayude en amor y fidelidad corregir y guiar a nuestros niños como debe ser.
ResponderEliminarAsí mismo amiga... Ya me sentía cansada cuando encontré esta gran verdad que me ayuda ano rendirme.
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