¡Cuando peca, me desbordo!
Un día de una mama real, común e imperfecta está
lleno de situaciones que prueban la paciencia hasta su límite y más allá, y es
que como expresé en mi escrito anterior hay días que parecen que nuestros hijos
nacieron solo con ese propósito.
Cuando nos hallamos en estas escenas de poner a
prueba nuestra paciencia, tenemos, a mi parecer, tres reacciones, la primera la
descubrimos en el artículo anterior; dejar de corregir y que hagan lo que
quieran. La segunda reacción que les compartiré hoy, es explotar en enojo.
Quizá esta no sea la reacción más común en algunas mamás, o quizá sí, pero
puedo decirte que para mí ha sido toda una lucha dejarla.
Si investigamos un poco, el enojo afecta
sensiblemente el organismo. Puede ocasionar un aumento en la presión sanguínea,
alteraciones arteriales, dificultades respiratorias, trastornos hepáticos y
alteraciones de la vesícula biliar y el páncreas. Según la opinión médica, la cólera
y la ira se encuentran entre las emociones fuertes que agravan y hasta provocan
dolencias como el asma, afecciones de la vista, enfermedades de la piel,
urticarias, úlceras, así como problemas dentales y digestivos. La ira y la
furia pueden entorpecer los procesos mentales de modo que no se pueda llegar a
conclusiones lógicas ni actuar con juicio sano.
Mi experiencia con el desarrollo de la paciencia
a través de mis hijas me ha llevado en muchas ocasiones a enojarme y reaccionar
de formas de las cuales no me siento contenta. Pero cierto también es, que cada
día lucho por mejorar estas reacciones por lo que he descubierto en la segunda
verdad que les quiero compartir.
Segunda verdad
El
enojo trae muerte. La
demostración de enojo hacia las actitudes de rebeldía, desobediencia (pecado)
de nuestros hijos es una acción infructuosa. Aunque la ira esté justificada,
puede ser peligrosa y producir malos resultados si no se controla, por lo que
no se debe permitir que esa situación derive en pecado por abrigar o mantener
la irritación.
· El enojo trae muerte en la relación con tu hijo. Al mostrar nuestro enojo con actitudes hirientes a nuestros hijos difícilmente conseguiremos su respeto, su amor y su confianza; por el contrario, estaremos alimentando el temor, la rabia y la rebeldía hacia nosotros y hacia cualquier tipo de autoridad en su vida, lo que trae como consecuencia el distanciamiento en la relación padre-hijo. En Proverbios 15:1 NTV dice “La respuesta apacible desvía el enojo, pero las palabras ásperas encienden los ánimos.” Debemos mostrar apropiadamente nuestra justa indignación, que nuestros hijos sepan que lo que han hecho ha entristecido nuestro corazón pero sin caer en acciones o palabras hirientes. Con mi hija he podido vivir los beneficios de cambiar mis acciones ante mi enojo, la comunicación abierta hacia sus padres de las cosas que hace mal me ha mostrado que es el camino favorable. Y ese es solo uno de los beneficios de controlarnos en la ira.
· El enojo trae muerte en la relación con Dios. La ira, el enojo o la cólera nos aparta de la presencia de Dios. En su palabra, específicamente quiero citar en Efesios 4:26-27 NTV “Además, «no pequen al dejar que el enojo los controle». No permitan que el sol se ponga mientras siguen enojados, porque el enojo da lugar al diablo.” Donde persiste las tinieblas allí no mora el espíritu de Dios, por lo tanto, si damos lugar a griterías, malas palabras, palabras ofensivas o denigrantes, actitudes de resentimiento y enojo hacia nuestros hijos por su conducta pecaminosa, estamos afectando paulatinamente nuestra relación con Dios. En el mismo capítulo de efesios versículo 30 nos llama a la siguiente reflexión “No entristezcan al Espíritu Santo de Dios con la forma en que viven…” y esa reflexión nos lleva al tercer punto,
·
El enojo trae muerte espiritual. El ir
acumulando acciones de enojo e ira hacia nuestros hijos, esposos, esposas
traerá la muerte espiritual no solo para el practicante de tales acciones sino
que también para los de su hogar. Una persona airada aparta su mirada de Jesús
y es esclavo del pecado. Romanos 6:23 NTV declara claramente que “la paga que
deja el pecado es la muerte…” no solo la muerte física (consecuencia clara del
pecado desde el inicio) sino también la condenación eterna.
Querida mamita, que triste es ver familias con
una crianza llena de ira, donde la vida de los hijos es de poca importancia
para los padres; es más pareciera ser una ofensa para ellos. Relaciones llenas
de gritos, amenazas y hasta golpes, todo a causa de dar lugar al diablo en los
corazones a través de las acciones llenas de enojo.
Así es: El consejo que siempre mi madre me da, es no castigar o azotat con rábida, molesta, es peligroso y dañino para ellos y para nosotras. Poner esto en oración ha ayudado mucho al momento de corregir a mi pequeña.
ResponderEliminarAsí es amiga Dorcas, la oración por nuestro carácter es fundamental en la crianza.
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