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¿Estamos floreciendo?

El día de ayer me asombré mucho cuando vi esta hermosa flor en mi jardín. Me asombré porque hace unos días había revisado y ella parecía estar totalmente seca, me entristecí mucho porque me encanta esta flor. ¿Pero qué pasó? Esa matica se estuvo exponiendo al agua continuamente y aunque en el exterior parecía seca, sus raíces se estaban renovando para brotar nuevamente.

Esto me hizo pensar de inmediato en mi relación con el Señor y mi maternidad. Muchas veces los afanes del día a día, los tonos elevados de la voz, las continuas discusiones con mis hijas que me hacen pensar que estoy seca, que esto no está funcionando ¿pero será esto una muestra de algo que está pasando internamente? ¿Me he olvidado del fundamento de todo? En Juan 15 en sus versos del 1 al 11 se nos expone a una verdad esencial para todo cristiano; Jesús es suficiente para crecer, para creer, para hacer. Al observar esta porción podemos notar que la palabra permanecer se repite unas 10 veces en sus formas conjugadas, de las cuales 7 veces es usada como una orden que al ser cumplida traerá algún beneficio a la vida de aquel que la cumple.

¿Pero en que debo permanecer?

El verso 1 dice “yo soy la Vid verdadera…” Jesús y sus mandamientos y enseñanzas es aquello en lo que debemos permanecer. Jesús usa esta comparación de la vid y el pámpano, primero porque era algo muy común para sus discípulos y podrían entender fácilmente de lo que les hablaba. También porque el pámpano depende de la vid mucho más de lo que la oveja depende del pastor o de lo que el niño depende de su padre. Como Jesús estaba por dejar a sus discípulos, éste era un mensaje de aliento importante para ellos. Él permanecería unido a ellos y ellos a él tan cierto como los pámpanos están conectados con la vid principal. Una relación mutua.

¿Cómo permanezco en ello?

Jesús hace hincapié en el hecho de permanecer para mostrar la dependencia total y la necesidad de conexión constante con él. Por lo que en el verso 7 y 10 se revela que es en su palabra y en sus mandamientos que debemos permanecer constantemente. Lee la Biblia todos los días con un corazón dispuesto a obedecerla. Estudia de forma disciplinada Las Escrituras. Busca un consejero(a) o mentor(a). Programa uno o dos ayunos por mes. Ora constantemente, antes de tomar decisiones, para agradecer, frente a las adversidades, en medio de las debilidades. Estas son algunas formas en las que podemos permanecer en las enseñanzas de Cristo, nuestra vid verdadera.

¿Para qué permanecer en la vid?

Así como mi florecita necesitaba el agua para reverdecer y mostrar su belleza, nosotros necesitamos permanecer pegaditos a la vid, a Jesús, para poder mostrar su fruto en nosotros. El propósito del pámpano es llevar fruto. Aunque hay usos para las hojas de parra, las personas no cultivan viñas para ver las hermosas hojas. Se toman la molestia de cultivar, plantar, regar y atender a las viñas para poder disfrutar del fruto. En este sentido, podemos decir que el fruto representa el carácter cristiano (como el fruto del Espíritu de Gálatas 5). La obra de Dios en nosotros y nuestra conexión con él deben ser evidentes por su fruto.

El permanecer pegado a la vid no es con fines egoístas, como el mérito propio, fingir una espiritualidad superior, el orgullo para enseñar a otros, por el contrario, fuimos llamados a servir a otros con lo que se nos ha dado.

Separados de Jesús nada podemos hacer, nuestra vida se vuelve nuestra y no de él, nuestro matrimonio no refleja la gloria de Dios, nuestra maternidad no nos llena de gozo ni dejaremos un legado de fe que otros puedan seguir, nuestro ministerio no da frutos dignos de arrepentimiento. Sin Jesús, nuestra fuente de agua, no podemos florecer.

La palabra de Dios es un agente limpiador. Condena al pecado, inspira santidad, promueve crecimiento, y revela poder para victoria para nuestra vida, cada área de nuestra vida. Jesús continúa lavando a los suyos a través de la palabra. Jesús les enseñó a sus discípulos que permanecer era algo que ellos debían elegir. ¿Qué estamos eligiendo nosotros cada día?



Por Omarlis de Tapisquen 

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