Esta situación de confinamiento que nos ha tocado vivir no ha sido sencilla para muchas de nosotras, y no solo para las madres que trabajan fuera de casa, también para aquellas que ejercen la maternidad a tiempo completo, para las esposas y esposos, para los padres y también para nuestros hijos. Se han vuelto días duros, llenos de lágrimas, de desespero, días inciertos respecto al futuro, para algunos llenos de hambre y no solo hambre física, también hambre espiritual. Como mamás no solo nos preocupa que nuestros hijos estudien en una buena escuela, o que tengan vestido y alimento para todos los días, también nos preocupamos por sus sentimientos, su preparación para la vida y estoy segura que este momento de «tregua externa» nos permitirá enfocarnos en este aspecto importante de la vida de nuestros pequeños. Una tarde mientras me encontraba preparando una arepita (sin relleno) y una taza de café para mi esposo y para mí como cena, pude sentir esa angustia en mi corazón ...
Decidida a obedecer la palabra de Dios; en su vida, matrimonio y crianza de sus hijas❣️